Te voy a contar una cosa curiosa que pasa siempre que una mujer quiere perder algún kilo.
Da igual si es madre, currante de oficina, principiante en el gym o veterana de mil dietas.
Siempre ocurre lo mismo. Y siempre en el mismo orden.
Primero: el subidón.
Empiezas con ganas. Te notas más ligera. La ropa afloja un poco. La báscula responde rápido.
Y tú dices: “Qué fácil. Cómo no lo hice antes.”
Ojalá el proceso fuera así todo el tiempo, pero no funciona así.
Después viene el punto crítico.
Ese punto en el que te empiezas a agobiar. Porque de repente todo se frena.
Comes parecido, entrenas igual, "te estás portando". Pero los cambios desaparecen.
Aquí aparecen los pensamientos peligrosos:
“Será que no me esfuerzo lo suficiente.” “Tendré que recortar más comida.” “Seguro que estoy haciendo algo mal.” “Bah, si total, esto no funciona.”
Y aquí es donde la mayoría lo deja.
Pero no porque no puedan. Lo dejan porque nadie les ha explicado que esta parte es necesaria.
Lo que no ves por fuera sí pasa por dentro.
Mientras tú te cabreas porque el número no baja, tu cuerpo está ajustando, aprendiendo, respondiendo al cambio.
Es la parte más técnica, pero la más importante:
Tu metabolismo empieza a "despejarse". Tu cuerpo se hace más eficiente. Empiezas a manejar mejor la energía. Te adaptas al entrenamiento.
Es como cuando plantas algo, ---no me refiero a un pino: si desentierras la semilla cada dos días para ver si está creciendo, no crece nada.
Y luego llega el renacimiento.
Cuando has tenido paciencia, constancia y un poco de cabeza, ocurre algo claro:
Tu cuerpo vuelve a acelerar. La báscula se mueve. El espejo te responde. La ropa deja de pelearse contigo.
Y tú dices: “Ahora sí entiendo cómo funciona esto.”
La diferencia entre las que llegan aquí y las que viven empezando una y otra vez está en cómo atraviesan ese punto crítico sin sabotearse.
Y tú quizás puedas estar pensando que no pasas ni por el primer paso, ese de bajar esos primeros kilos. Puede darse y puede ser por mi factores como no tener control de lo que se come o comer mucho fuera en grandes cantidades
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