Hay días en los que entras al gym con toda la intención del mundo…

y a los dos ejercicios ya sabes que aquello va a salir regular tirando a flamenco triste.

No sé si te ha pasado, pero yo lo noto rápido.

Es como cuando te pruebas un vaquero y dices:

“Esto hoy no sube ni hablando bonito”.


Pues igual.

El otro día me escribió una alumna diciéndome:

“Alberto, he hecho el entreno y ha sido un cuadro, ¿para qué he ido?”


Y yo, que llevo ya unos añitos viendo de todo, le dije:
—Mira … peor es no ir.

Y segundo: un mal entreno no te define.

Porque te voy a contar un secreto que no se dice mucho:


👉 **El progreso no viene de los días buenos.

Viene de seguir incluso cuando el día viene torcido.**

Todo el mundo entrena cuando tiene el cuerpo fino y la cabeza despejada.

Lo difícil es hacerlo cuando no duermes bien, cuando vienes de la oficina con la energía por los suelos….**

Y ahí es donde demuestras que vas en serio.

Además, un “mal entreno” casi nunca es tan malo como tú crees.

Quizás no has mejorado el peso o las repes, vale…
pero te has movido.

-Has mantenido la rutina.
-Has puesto un check en tus tareas como marcado.
-Has despejado la cabeza un rato.

Y eso, con la vida que llevas, ya es para ponerte una medalla.

Quedarte en casa por un día malo sí que te haría perder más terreno.

Y si de verdad te pasa a menudo…

si cada dos por tres tienes la sensación de que no avanzas, que te cansas rápido, que todo te pesa…

Entonces igual no es el entreno el problema.

Son **tus hábitos, tu alimentación, tu descanso, tu estrés…**

y ahí sí necesitas a alguien que te guíe y te quite ruido.


Si quieres que lo revisemos juntos y te ayude a que ese cansancio deje de ser tu estado natural, respóndeme a este correo y lo hablamos.

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