No sé si a Roma, a Tanzania o a la vuelta de la esquina…


…pero cuando alguien quiere mejorar de verdad, se nota.


Y hoy te quiero hablar justo de eso.


Esta semana ha entrado al programa una mujer que da gusto verla.


De esas que llegan con ganas, con actitud, con una energía que dices… "ostia, dame un poquito de eso pa mí también".


Y no es que tenga más tiempo, ni que sea más joven, ni que venga de fábrica con superpoderes.


Es que pregunta.


Pregunta cada dos por tres.


¿Y sabes qué?


Eso le va a hacer avanzar el triple que otras que se lo guardan todo por no “molestar”.


Y ahora te cuento lo de las zarzas, que sé que lo estás esperando.


Con 14 o 15 años, me fui con los colegas en bici por la Pedriza.


Yo era el típico que tiraba "a lo loco", sin preguntar, sin mirar, sin saber por dónde.


Resultado:


Me comí una cuesta llena de zarzas a toda mecha.


Volé, rodé, me clavé piedras y ramas por todos lados y acabé con más arañazos que un gato cabreado.


Y todo por no preguntar.


Por no decir: “Oye, ¿por ahí se puede ir?”


La zarza sobrevivió. Yo salí como si me hubiesen usado de felpudo.


Desde entonces lo tengo claro:


👉 Preguntar no es molestia. Es avanzar más rápido y con menos tortas.


Como esta mujer que ha entrado nueva al programa.


Pregunta. Se interesa. Y va a tener resultados.


Porque no hay preguntas tontas, lo tonto es quedarse con la duda.


Si tú también quieres conseguir resultados, sin comerte zarzas y con alguien que te guíe...


Aquí tienes el enlace.



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